Te invito a tomar el té a mi vida. Si te morís envenenado o por causas similares... juro que es pura casualidad.

viernes, 11 de marzo de 2011

Línea 29

Viajando en el colectivo de la línea 29, recorriendo la gran calle Libertador, conecté los auriculares a mi celular y me puse a escuchar música.
El tema que arrancó tiene una frase que dice "Nadie sabe qué me hiciste, mi amor. Sólo mi cuerpo y tu sombra".
Estoy confundida como un nene al que le dan a elegir entre Rocklet's y Mogul, como adolescente que tiene que decidir qué ponerse un sábado a la noche, como joven que tiene que dejar su casa para empezar una nueva vida.
Así estoy. Con una mezcla de sentimientos terrible. Con ganas de haber nacido en otro momento. Con eternas esperanzas de que todo cambie. O que yo cambie.
Por supuesto, como todos los caminos que tomo, tienen el mismo destino. No sé si será la mejor opción, si será el lado lleno del vaso.. no tengo idea. Pero no puedo salir de ahí. Estoy aferrada a ese camino como si fuera lo único que existe en este planeta... aunque estoy segura que para mí, lo es.
Escuchar su voz fue lo más reconfortante y triste que me pasó en este tiempo. Escucharlo bien, fue la parte sana. Escucharlo bien pero sin mi, fue lo devastador.
"No entiendo como pude desarmarme o como terminó". Terminó el tema y me bajé del bondi. Dos cuadras y llegué a destino. Cruzo la puerta, saludo al portero. Adentro de mi cueva, acá. Sentada y extrañandote.




P.D.: Y esperando el llamado prometido que nunca recibí.

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