
Te escucho, en este momento. Estás ahí improvisando música para mí. Para mis oídos, para mi alma. Buen, no hablemos de alma, ni nos acerquemos a eso. "The time of your life". Cómo odio este sentimiento de pertenencia. Me cae mal, o sea, vos no me caés mal. Me caes bien, sí. Bien. Demasiado bien. Che, me caés re bien.
Yo te cuento, vengo con letra chiquita al dorso: me oxido, tengo fecha de vencimiento, me quiebro, me rompo, soy frágil (tengo esas cintas alrededor, sí). Y vos estás oxidado, te venciste, te quebraste, te rompiste, y no sos frágil. Sos duro. Frío. Te juro por lo que más quiero, que te voy a reparar! Vas a ver que sí, puta madre!
Igual, no da que yo te preste este órgano lleno de sangre y venas que late (algo así como "corazón" le dicen) para que vos juegues, me lo rompas y me lo devuelvas. No me va esa onda de que mis cosas retornen en pedazos. Si te lo doy, me lo devolvés igual, si no yo no juego.
Estoy cazando mariposas, a ver si me las meto en el estómago y vuelan.
Me aterroriza inevitablemente tener sentimientos. Ay, me dan ganas de vomitar. Sos tóxico. Pero tan sano, nnnnnnnennnnnnnnne.
No hay comentarios:
Publicar un comentario